"Tendemos a imaginar la eternidad como un tiempo muy, muy largo, que prolongamos en el pasado y en el futuro tan lejos como nos es posible, e incluso más allá. Esta imagen no es adecuada. No sugiere la eternidad, sino más bien el tiempo... y una vez más el tiempo... Mientras que el presente que dura deviene, por así decir, una especie de miniatura de eternidad.
Posiblemente gracias a esta miniatura los hombres han podido crear, dentro de la música, una melodía. La melodía, en efecto, exige una duración. Es necesario que el pasado se reúna con el presente y que en el presente se espere el futuro. En esto, precisamente, consiste la melodía, y esta sólo es posible porque poseemos la extraordinaria capacidad de imaginar, e incluso, en cierto sentido, de vivir esta especie de miniatura que acabo de mencionar. Esto es lo que permite que la música sea, a la vez, libre y necesaria, a la vez imprevisible y sujeta a lo que es su naturaleza. La música se parece en esto a la catarsis de la tragedia griega, al final trágico que resuelve la contradicción, no en el sentido de una solución racional satisfactoria, sino en el de una purificación apaciguadora. La música no anula la contradicción, la sustantiva."
en "¿la música trasciende el tiempo?"
de Tiempo y música, Jeanne Hersch.
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