Alejandro Albaladejo, el profesor de filosofía del centro, visita el blog y nos presenta una soleá. Gracias, compi.
Es de noche, se graba frente a la entrada
a la Alhambra, en la Puerta del Vino. No
hay que romper el hechizo y la Alhambra lo cobija en sus cámaras y miradores,
en sus aljibes y jardines: quedémonos mejor a la puerta, sentémonos un momento
en el suelo alrededor de los dos maestros. Este es buen sitio porque el arte
habla al corazón del hombre, de todos los hombres, y la música, ese arte
efímero que sólo existe mientras suena, no quiere residencia en los museos. Y
rompe el aire la soleá. Le abre la puerta los sones secos de una guitarra
atenta al momento en que irrumpa esa voz que, siendo reconocible, no tiene
dueño porque Enrique Morente canta desde una memoria más antigua que él mismo. Una
memoria que habla a todos los que escuchan en su propio idioma, porque el sufrimiento es la lengua del hombre.
Y la guitarra, que lo sabe, sigue su toque y calla.
“Si sufre, sufre callando / y no publiques
tu pena / aunque te es estés ahogando / que nadie se ría de ella./ Y al
pilarico por agua / al pilarico por agua
/ que puede ser que algún día / en el pilarico caiga./ déjala que vaya y venga
/ al pilarico a por agua. / Que no las puedo aguantar / no las puedo aguantar /
se unen unas con otras como las olas en el mar /. Mis fatigas son tan grandes /
que no las puedo aguantar.
Me vuelve loco“
Alejandro Albaladejo del Castillo
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