domingo, 17 de octubre de 2010

Las pelis de vaqueros y la música.

Todos reconocemos una peli de vaqueros (Westerns) con sólo oír la música... ¿por qué? Seguramente hemos ido identificando esas bandas sonoras como elemento expresivo de las narraciones sobre el oeste americano, de manera que la música parece que nos evoca el desierto, los pueblos, la cantina, las praderas, los largos recorridos a caballo, es decir, que la música parece darnos información de la época y lugar donde sucede la historia. 
La música de estas películas también potencia la acción, por ejemplo en una persecución a caballo, la banda sonora enfatiza la rapidez, la potencia, y hasta el peligro, haciendo que anticipemos el miedo; o describe las emociones de un personaje, su actitud (si el personaje está triste, o siente decepción, terror, amor, incertidumbre). La música también nos hace distinguir distintos planos de la imagen, por ejemplo, nos subraya la cuerda que pende de un árbol seco sobre un grupo de malvados malechores que tienen apresado al protagonista, que es buenísimo, claro, nuestro héroe.
En realidad la función de la música en el Western es semejante a cómo se comporta en otros géneros cinematográficos, pero tiene un sello propio, como si fuera dejando el rastro de polvo que va soltando un buen caballo galopando hacia Río Bravo...
Como ejemplo vamos a citar Solo ante el peligro (1952), dirigida por Fred Zinnemann y cuya banda sonora fue compuesta por Dimitri Tiomkin, por la que le dieron un óscar. Está protagonizada por Gary Cooper. Si quieres saber cuál es el argumento puedes leerlo en filmaffinity o ver la película... Primero os dejo una escena de la película donde la música, el silbido del tren y el silencio... nos hacen "sudar":


Y una curiosidad: La canción de "Solo ante el peligro", el tema High Noon, consiguió el primer Óscar de una película no musical.  La letra, que dice algo así: "No me dejes solo, amor mío", hizo reír en la primera proyección, chocaba con el ambiente rudo del lejano oeste y esos hombres capaces de realizar grandes hazañas pero no de separase de su dulce amada. Hoy es un clásico.



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